La responsabilidad social del oficio de periodista (IV)
Códigos éticos se han elaborado muchos. Códigos que contemplan un conjunto de conceptos que arrancan del más puro sentido común. Postulados que se han tenido que escribir para darles carta de naturaleza e intentar que se observen. ¿Cuáles son estos postulados? Entre otros, el derecho de los ciudadanos a recibir información veraz. La responsabilidad social del periodista, sobre todo cuando la información tiene que considerarse un bien social y no una simple mercancía. El acceso y la participación del público, lo cual incluye, también, la obligación de rectificación y derecho de réplica, corrigiendo los errores o publicando la rectificación en el mismo espacio donde fueron cometidos, cosa que casi nunca suele pasar. El respecto a la vida privada y a la dignidad del ser humano. El respecto a los valores universales y a la diversidad de culturas. Y todavía otro: ningún periodista está obligado a expresarse en contra de su conciencia y sus convicciones.
Alguno de estos preceptos se vulnera constantemente. El sensacionalismo ha penetrado, incluso, en muchos espacios informativos pretendidamente serios, exagerando la información o bien dirigiéndola a despertar en el público la curiosidad morbosa. Está claro que todo sensacionalismo que excite las pasiones o provoque la curiosidad morbosa es inmoral y, por lo tanto, opuesto a la deontología periodística. El periodista tiene que tener claro el carácter social de la profesión, pero vivimos en un mundo que atraviesa por una grave crisis de los valores universales tradicionales. Principios antiguos de nuestro sistema de valores han perdido vigencia y esta pérdida incide negativamente en las diferentes actividades sociales. El periodismo no es ajeno al problema. Hay demasiado insulto, demasiado rumor elevado a categoría de noticia, demasiada explotación del dolor... En definitiva, hay demasiada irresponsabilidad. Es aquí donde debemos apelar a la responsabilidad social del periodista. La libertad (que en ética significa la autonomía del individuo para crear sus propias normas), es peligrosa si no va unida a la responsabilidad.
Al mismo tiempo, la garantía de los derechos de los ciudadanos requiere la defensa de unos medios libres, críticos, plurales y abiertos a la sociedad a la cual sirve. Por eso, la importancia de la función social que presta el periodista a través de los medios, como elemento principal para el ejercicio de estos derechos, exige salvaguardar permanentemente estos principios de cualquier intento de restricción o de coacción procedente de toda forma de poder. Las normas éticas le indican al periodista que tendrá que responder tanto por su trabajo como por las consecuencias que pueda generar este trabajo. Por eso, tenemos que ser conscientes del poder del instrumento que se utiliza y de los efectos que puede provocar.
El periodista influye en la conciencia de la sociedad: tiene una responsabilidad política e ideológica. Por eso, este sentido de la responsabilidad le obliga a ir más allá del titular afortunado o de una presentación breve de los hechos. Le obliga a verificar los datos, contrastar las fuentes, presentar los antecedentes, el contexto y las consecuencias del hecho informativo. Y aquí, normalmente, nos quedamos a medias. Por falta de tiempo, por falta de preparación o, simplemente, porque el medio para el cual trabaja tiene bastante con quedarse en la superficie de la información para no encontrarse con problemas. El periodista es responsable, en primer lugar, ante el público al cual se dirige cuando informa. Sólo después, ante los poderes públicos y su empresa. Esto es sobre el papel, o, para ser más preciso, sólo sobre el papel. La realidad es que si un profesional de la comunicación quiere trabajar y vivir de aquello para lo que se ha preparado, muy a menudo se tiene que subordinar a los compromisos económicos y políticos de la empresa a la cual pertenece. Cómo creo que la independencia total no existe, lo más razonable en este caso es que se definan claramente los campos de actuación de empresa y periodista y que cada una de las dos partes reconozca ante la otra cuales son los límites fijados. Y cuando digo las dos partes, me refiero a las dos partes.