El contenido audiovisual, una oportunidad
“Una imagen vale más que mil palabras”. ¿Cuántas veces hemos escuchado esta frase? Muchas. Tantas que quizás ya no osamos ni decirla. Pero lo cierto es que nunca había tenido tanto sentido como hoy en día.
Las marcas y las empresas necesitan más que nunca algo que las diferencie de sus competidores. Velar por la calidad de un producto y/o servicio continúa siendo básico, está claro, pero ya no es suficiente. Hay que aportar un plus que permita generar más confianza que las otras y, en este sentido, el contenido audiovisual es el mejor aliado.
El contenido audiovisual supone el 80% del total de lo que se consume en las redes y es el que más fácilmente se procesa, así que no utilizarlo supone desaprovechar una oportunidad de oro para definirnos como marca, para dar a conocer quiénes somos y qué hacemos.
Este tiene que ser corto, preciso y directo. Merece la pena dedicar esfuerzos a crear uno bueno que deje huella el espectador, que muchos banales que acaben convirtiéndose en humo.
La narrativa audiovisual es también la que más se viraliza, ya que es la que conecta más fácilmente con nuestras emociones. Así que, si la utilizamos bien, podemos marcar un antes y un después en nuestros objetivos de futuro.
Evidentemente, no se trata de invocar al sentimentalismo. A estas alturas de la película, prácticamente ya todos nos conocemos las trampas del lenguaje audiovisual y sabemos perfectamente cuándo nos manipulan. Conectar con las emociones quiere decir, cada vez más, conectar con verdades. Se trata de conseguir la identificación del espectador y hacerlo de tal manera que resulte original y sorprendente.
Porque una imagen vale más que mil palabras, sí. Pero vivimos tal saturación de ellas que solo sobrevivirán en el recuerdo las que consigan impactarnos, y por eso tenemos que ser capaces de articular un relato digno de ser memorable.
Así que, ¿qué? ¿Nos ponemos?