La comunicación como herramienta para gestionar la incertidumbre
La llegada de la COVID-19 le ha dado la vuelta a todo y, de momento, no parece que se detenga. La pandemia nos obliga, como sociedad, a vivir en un cambio constante, en un entorno que se transforma de un día para otro. Estamos inmersos en un contexto de incertidumbre con el que debemos aprender a convivir. Le tenemos que hacer frente no sólo las personas, a nivel individual, sino también las empresas y las instituciones.
La actual situación no la habíamos vivido nunca y nos pone delante retos que no habíamos tenido que superar antes. Tras una primera fase, se abre ahora una segunda ola, con nuevas medidas que afectan a todo el mundo, con empresas que se han visto obligadas a cerrar durante unos días o, incluso, para siempre.
La incertidumbre es, pues, uno de los aspectos que debemos saber gestionar en el contexto actual. Por eso, y con el objetivo de dar confianza y seguridad, muchas empresas han diseñado e implementado medidas y protocolos específicos para hacer frente a esta situación cambiante a la que hacía referencia, adaptando no sólo las formas de trabajo, sino también los propios espacios físicos y la manera de actuar en diferentes escenarios. Como os podéis imaginar, no basta con hacerlo: hay que comunicarlo, hacerlo comprensible y asegurar que esta información llegue a todos.
Además, es conveniente, en un momento como el que estamos viviendo, ir al fondo de la cuestión: la seguridad y la salud de las personas, que se han convertido en la principal prioridad. También para la empresa. Hay que ser responsables, pues, a nivel individual y corporativo por el bien del conjunto de la sociedad. Hay una afirmación que los profesionales de la comunicación tenemos bien presente: todo comunica. Todo.
¿Cómo contribuimos en nuestro día a día a reducir el impacto de esta segunda ola? ¿Qué medidas de protección tomamos? Distancia, manos y mascarilla se han convertido en la trilogía imprescindible, pero ¿lo aplicamos siempre? Es necesario que los equipos de las empresas lo tengan bien claro internamente, pero también nuestros clientes y el resto de nuestros grupos de interés. Y es aquí donde nuestras acciones y nuestro ejemplo nos definen y hablan por nosotros.
Añado una última reflexión: estamos en un momento en que la Responsabilidad Social Corporativa se está convirtiendo en un puntal de las empresas como fórmula para devolver valor a la sociedad. No olvidemos, pues, que esta RSC empieza por nosotros mismos, actuando según la realidad social que vivimos, remando en la misma dirección.
La comunicación fue clave durante el confinamiento y la vuelta a la actividad. No dudéis que lo será, aún más, a partir de ahora. Debemos convivir en un entorno inseguro, y estoy convencida de que sólo una comunicación bien trabajada y eficaz hará menos incierto el día a día. La mejor comunicación es aquella que consigue generar confianza. Y, hoy, es de la que hay más carencia.